sábado, 11 de octubre de 2014

CAPITULO 14




—Patricio es un idiota mariquita.


Sentado junto a su hermano en el sofá grande, Pedro resoplaba mientras tomaba una cerveza. Él y Pablo veían a Patricio en la gran pantalla, lanzando contra Los Bravos. Los Nacionales se encontraban en la quinta entrada, probablemente para ganar a lo grande en el partido de ida.


La cámara enfocó a Patricio mientras levantaba su pierna izquierda y se echaba hacia atrás, preparado para entregar otra bola rápida retorcida.


Desde ese ángulo, era difícil no notar el pañuelo fucsia metido en el bolsillo trasero de su uniforme, su amuleto de la buena suerte inspirado en Barbara y que, según Pablo, lo hacía un idiota mariquita.


—Mira quién habla —respondió Pedro suavemente, tomando un trago de su cerveza—. Creo que rompiste el récord de la cantidad de textos que puedes enviar a una novia en una hora.


Pablo le lanzó una mirada. —Lo que sea. Mariana no se está sintiendo bien, así que estoy comprobándola.


Preocupación real contrajo sus rasgos mientras miraba a su
hermano. Mariana era como una hermanita para Pedro y se preocupaba por ella profundamente. —¿Qué le sucede?


—Creo que contrajo gripe —dijo, su mirada moviéndose de la pantalla a su teléfono—. Despertó esta mañana vomitando como si hubiera estado borracha toda la noche. 
Le aseguré que me quedaría en casa con ella, pero me dijo que salga o me patearía el trasero.


Los labios de Pedro se torcieron en una sonrisa. —¿Entonces no vas a ir a los clubes esta noche?


—Diablos no. —Pablo se hacía cargo de los negocios de su padre, del funcionamiento y operación de varios clubes exclusivos en toda el área tri-estatal—. Ya tengo ganas de volver con ella, así me aseguro de que no voy a pasar la mitad de la noche afuera sólo en caso de que se enferme más.


—Entonces deberías estar en casa.


Pablo lo miró. —Como dije, me amenazó con patearme el trasero.Ya sabes cómo se pone.


Se echó a reír. Mariana era una cosa pequeña, pero no se pondría delante de ella para hacerla cumplir su amenaza. —
Deberías llevarle unos ginger ale y galletas saladas.


—Sí, mamá.


Patricio le enseñó el dedo mientras quitaba su pierna de la mesita de café y se recostaba. Una bola de faul avanzaba en el aire, y luego fue agarrada por el receptor, poniendo fin a la entrada. Cuando un comercial apareció en la televisión, sus pensamientos vagaron a la llamada telefónica que hizo antes, y una pequeña sonrisa tiró de sus labios.


¿Había perturbado su capacidad de no alterarse y eso no lo llenaba con una cantidad ridícula de arrogancia? En realidad, no debería meterse con ella, considerando la situación en la que se encontraba, pero simplemente no podía evitarlo.


Colocó su teléfono como una piedra en el brazo del sofá. No esperaba que Paula lo llamara, aunque le había dicho que lo haría. No era propio de ella, pero maldición si no se hallaba a segundos de convertirse en Pablo.


La deseaba, y sabía que no iba a hacérselo fácil, pero tenía que proceder con cautela. Tenía la sensación de que cuánto más la presionara, más retrocedería. Y mientras su boca ágil y personalidad feroz eran una gran parte de su encanto, no quería que lo dejara fuera antes de que incluso consiguiera entrar.


Pero tal vez... tal vez daría una vuelta por su hotel más tarde, por casualidad, por supuesto

.
—¿Ya encargaste tu esmoquin? —preguntó Pablo, lanzando su brazo en el respaldo del sofá—. Por favor, dime que no soy el único que no lo ha hecho. Estoy bastante seguro de que Gonzalo ya lo hizo.


—No —rió—. La boda no es hasta junio. Tenemos un montón de tiempo…


Un golpe en la puerta lo interrumpió. Empezó a moverse, pero Pablo se levantó, deslizando su teléfono en el bolsillo. —Veré quién es.


—Hazlo. —Pedro se recostó mientras Pablo desaparecía de la habitación.


No esperaba a nadie, pero podría ser Mauro o alguno de los otros chicos que trabajaban para él. Pero cuando su hermano regresó, oscilando un infierno de expresión de “qué diablos”, sabía que no podía ser uno de ellos.


—Tienes un invitado.


—No me digas —respondió Pedro secamente—. ¿Dónde está ese invitado?


Pablo lo miró con extrañeza. —Donde la dejé… en el vestíbulo.

5 comentarios:

  1. Cada vez me intriga mas!!! Muy buenos capítulos. Seguí subiendo :))
    @pepepauoli

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  2. Que intriga por dios ! Me encanta la novela

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  3. Muy buenos capítulos! q le habrá pasado a Paula???

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  4. Nooo necesito el proximo cap!!jajaja me dejaste cn mucha intriga,espero los prox bsooo @GraciasxTodoPYP

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