miércoles, 8 de octubre de 2014
CAPITULO 7
Él se apartó y abrió la boca, pero luego pareció repensar lo que iba a decir. Finalmente comprobó su coche, frunciendo el ceño cuando vio la puerta abierta. Cuando se movió hacia delante, ella tragó aire y no hizo caso a la pizca de decepción que sintió.
—¿Qué demonios? —dijo, frente a su coche por completo. Agarrando la puerta, se inclinó por la cintura—. Parece que has perdido el parabrisas.
Paula rodó los ojos. —No me digas.
Echó un vistazo por encima de sus hombros, que hubiera enviado a los hombres corriendo en la dirección opuesta. Paula hizo una mueca. —El sarcasmo no es necesario —dijo antes de volverse hacia su coche—.Hombre, hicieron un número en este bebé. Parece que alguien estaba tratando de conseguir un viaje gratis.
Ella soltó un bufido. —Debes ser el músculo de tu empresa y no el cerebro.
De nuevo, le lanzó otra mirada oscura, de la que hizo caso omiso.
—Hace diez minutos te dije que estaba recibiendo cartas
amenazantes. ¿De verdad crees que estas dos cosas no están conectadas?
Espera. No te molestes en contestar, porque podría importarte una mierda eso.
Pedro la miró fijamente, con los ojos casi negros en la oscuridad.
—Señorita Chaves... —Su voz era una baja advertencia.
—Porque lo único que te preocupaba en ese… ese club, era echarte un polvo.
Hizo un ruido en la parte posterior de la garganta que sonó como a un gruñido. —Esa no era la única cosa que me preocupaba.
—Lo que sea. —Tosió, lo que probablemente sonaba como una risa medio loca.
Arrodillándose, se abalanzó hasta sus llaves y empezó a recoger las cartas que se habían deslizado fuera del archivo. —¿Por qué estás aquí de todos modos? ¿Querías comprobar mi culo esta vez?
Suspiró. —En realidad, te estaba siguiendo.
Alzó las cejas mientras se levantaba. Entonces vio que sostenía el ladrillo en sus grandes manos. Se obligó a mirarlo a la cara. —¿Por qué estabas siguiéndome?
—Para comprobar tu culo.
Paula contempló la breve fantasía de patearlo entre las piernas. — Está bien. ¿Sabes que? Obviamente tengo un par de llamadas para hacer, y probablemente voy a necesitar ese ladrillo, ya que es la evidencia y…
¡Oye! ¿Qué estás haciendo?
—Puedes llamar a la policía, pero todo lo que van a hacer es archivar un informe de vandalismo. Nada más. Y eso no te va a servir de mucho. — Ignorándola mientras agarraba el ladrillo de nuevo, quitó la banda de goma, rompiendo el elástico, y arrojó un pedazo en algún lugar más allá.
Lanzando el ladrillo a un lado, desdobló el papel. Bajo la parpadeante farola, pudo ver la hoja y nudos de malestar florecieron en su estómago.
De ninguna manera, absolutamente ninguna manera.
—Perra —dijo Pedro, mirando hacia arriba. Sus labios formaron una fina y apretada línea—. Bonito.
Paula dio un paso atrás y luego se desplomó contra la camioneta. — Mierda.
De repente estaba a su lado, con la mano en su hombro. —¿Paula?
No podía apartar los ojos del pedazo de papel que tenía en la otra mano. Había una pequeña parte de ella que esperaba que fuera una coincidencia al azar, pero ahora sabía que no lo era. No lo notó cuando estaba envuelto alrededor del ladrillo, pero a la luz tenue y desplegado, reconoció el diseño unilateral: las líneas en blanco y negro que se arrastraban por los lados de la hoja de marfil y las pequeñas flores en cada esquina.
Dedos aparecieron bajo de su barbilla, guiando su cabeza con sorprendente delicadeza. —¿Estás bien?
En realidad, no. El corazón le latía demasiado rápido otra vez. El mareo se extendió a través de ella, mientras sus ojos se bloquearon en los de Pedro. Una fina capa de sudor salpicó su frente. Había una buena probabilidad de que fuera a vomitar.
—¿Paula? —Verdadera preocupación coloreó su tono mientras deslizaba la mano un costado de su cuello, como si estuviera a punto de revisar su pulso—. Vamos, nena, di algo.
—El papel en el que la nota está escrita… ese papel es mío —dijo—. Es de mi casa.
—¿Tu casa en California? —le preguntó, su pulgar haciendo magia una vez más, pero esta vez en su cuello.
—No… de mi apartamento. Aquí en la ciudad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario